En un mundo en que todo el conocimiento formal está al alcance de un clic, sin duda ha ido perdiendo valor la acumulación de contenidos duros en una persona. Como bien dicen por ahí, la era del conocimiento viene dando paso a la era de innovación.

Cada vez más, las tareas repetitivas y sin valor personal están siendo digitalizadas y reemplazadas por máquinas, que las pueden hacer a un menor coste, sin cansarse y con mayor precisión que las personas.
Pero afortunadamente, las personas tenemos algo irreemplazable. Solo los seres humanos podemos lidiar con la incertidumbre, la volatilidad, y movernos en un entorno en que los aspectos emocionales afectan hasta las decisiones más racionales. Son justamente esas las capacidades que hemos de potenciar y esas las habilidades que la mayoría de empresas busca en sus nuevos colaboradores hoy en día.
Según Linkedin Learning las habilidades más demandadas por las empresas en 2019 en sus procesos de selección, fueron justamente Soft Skills.
No es de extrañar que, en este escenario, el rol de los “coach” haya tomado vuelo en los últimos años. Es que son muchos los profesionales con excelente formación, altos conocimientos y grandes capacidades analíticas que a pesar de sus virtudes son incapaces de brillar.

Estos profesionales no consiguen los objetivos, se sienten desadaptados, no saben manejar a sus equipos o no terminan de encajar en la cultura laboral actual, que implica un reciclaje y aprendizaje continuo.
Así, se termina haciendo una inversión relevante en coaching y formaciones para aprender de adultos, las habilidades blandas o Soft Skills que no desarrollaron oportunamente, y que hoy impiden a muchos profesionales crecer.

Según el reputado coach Juan Carlos Escabini, son incontables las empresas que cuentan con buenos pero desmotivados profesionales.
A lo largo de su trayectoria se ha encontrado en muchas ocasiones con que los directivos dan por supuesto que sus colaboradores saben relacionarse asertivamente con las demás personas de la empresa. Al olvidarse de que cada persona es única e irrepetible y los desafíos que esto genera de cara la armónica colaboración con otros, no definen ni fomentan las habilidades sociales y cognitivas que necesitan para desarrollar de mejor forma su trabajo.
Para que el coaching sea efectivo lo primero que se debe conseguir es que el profesional que recibe la formación entienda el beneficios que tiene para él. Esto parece sencillo pero suele encontrar bastante resistencia que se refleja en frases comunes como: “yo no vengo al trabajo a a hacer amigos”, “con su deber cumple”, “esas cosas son invento de los consultores para sacar dinero”, “yo he llegado hasta donde estoy siendo como soy”.
Estas expresiones muestran que el trabajo con adultos es más difícil, pero afortunadamente no imposible. El éxito pasa por la motivación y por lograr que el profesional vea los beneficios del coaching, que vea que el esfuerzo invertido lo acercará más rápidamente a sus objetivos.
En cualquier caso, es sabido que los hábitos se construyen en las edades tempranas. Por lo que todo esfuerzo que hagamos para inculcar en los pequeños de la casa el desarrollo de las habilidades sociales, emocionales y cognitivas, se verá más que recompensado. Seguro les allanará el camino tanto en lo laboral como en lo personal.
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