Errores de Pensamiento explicado para niños

Nuestro cerebro suele coger “atajos” para dar respuesta a las distintas situaciones que enfrenta. Esto significa que nuestro cerebro busca situaciones parecidas para responder de forma lo más automática posible y así ahorrar energía.

Esto, que supone una gran ventaja para algunas cosas (como escapar de un peligro inminente), genera por contra, los llamados “Errores de Pensamiento” o errores de lógica.

En el post de hoy hablaremos de:

  • ¿Qué son los Errores de Pensamiento?
  • ¿Por qué es importante conocerlos?
  • Errores más frecuentes y cómo explicarlos a los niños

¿Qué son los Errores de Pensamiento?

Los errores de pensamiento son malos hábitos de pensamiento con los que constantemente interpretamos la realidad, y que nos llevan a ideas o conclusiones que no son correctas.

Cuando nacemos, nuestro cerebro es como una pista de nieve que no ha sido pisada. La primera cosa que hacemos dejará una huella en nuestro cerebro, tal y como deja una huella el primer esquiador que desciende por la pista.

La siguiente vez que nuestro cerebro se enfrente a una situación similar, va a elegir usar esa misma huella que ya ha registrado,  tal y como un nuevo esquiador elegirá descender por el camino ya marcado, si quiere asegurarse de no caer.

¿Por qué es importante conocer los Errores de Pensamiento?

Saber que existen y conocer cuáles son, nos permitirá darnos cuenta si al sacar una conclusión estamos siendo víctimas de un error de pensamiento, y si es el caso, podremos hacer un esfuerzo mayor de racionalidad para dejar nuestro sesgo de lado y tener una opinión más “libre”.

A los niños en concreto, les sirve para evitar dejarse llevar sin más por lo que escuchen, lean o vean por ahí. Si son conscientes de que existen esos errores de pensamiento, es más probable que apliquen el filtro del pensamiento crítico antes de creer lo primero que llega a sus manos, ojos u oídos.

Errores más frecuentes y cómo explicarlo a los niños

Ahora te presentaremos los errores de pensamiento más frecuentes. Aunque te parezca que es algo difícil de entender para los niños, te sorprendería saber que si se les explica con ejemplos, lo entienden a la perfección. 

  • Error 1: Asumir que si 2 cosas se suelen dar juntas, una necesariamente ha causado la otra.

Al niño primero hay que explicarle el principio de causa efecto. Una forma sencilla de hacerlo es poniéndole ejemplos sencillos, como son: si soplo, la vela se apaga; si tiro un cristal con fuerza, éste se rompe; si lanzo una pelota, el perro corre hacia ella, etc.

Para explicarle el primer error, podemos nombrar como ejemplos los siguientes:

“Juana dice que cada vez que lava el coche, llueve”. ¿De verdad creemos que es Juan el que produce la lluvia por haber lavado su coche?

Rodrigo dice que siempre que va al campo de fútbol, su equipo pierde. ¿De verdad crees que Rodrigo tiene tal poder de hacer que pierda su equipo con su sola presencia?

  • Error 2: Asumir que, dado que una cosa (B) suele producirse después de otra (A), el hecho de que “B” ocurra, necesariamente implica que “A” ha ocurrido.

Un ejemplo para explicarlo:

Siempre que hay obras en la carretera, se produce un atasco de coches camino al cole. Hoy hay atasco. Pedro asegura que es por obras en la carretera…

¿Y si el atasco en este caso ha sido por un accidente de coches?

Error 3: Sesgo de predisposición.

Esto es, tendemos a favorecer aquello que coincide con nuestras preferencias o nuestras formas de pensar.

Este error se explica bien poniendo un caso como el siguiente:

Hay un concurso de canto en el cole. Te han elegido para ser jurado. A ti te encanta la música rap. Suponiendo que todos los participantes cantan igual de bien ¿Por quién es más probable que votes?

Probablemente elijas al que ha cantado un rap, ¡porque esa música te mola más!

Error 4: Generalizar.

Esto es, asumir que algo que observamos 1 o pocas veces, es lo que pasa la mayoría de veces.

Un ejemplo para explicarlo:

Paula ha pasado una temporada en Alemania. Los niños con los que vivió eran antipáticos. Al regresar ella dijo: “los alemanes son unos antipáticos”.

Paula está cometiendo el error de Generalizar. Que los niños que ella conoció sean antipáticos ¡no quiere decir que TODOS los alemanes lo sean!

  • Error 5: Comparar cosas que no son realmente comparables.

Siempre debemos tener presente que debemos comparar, como se dice coloquialmente “peras con peras, manzanas con manzanas”.

Un ejemplo para explicarlo:

Luisa y Dani han pasado la tarde haciendo deberes. Luisa ha leído 50 páginas, mientras que Dani ha resuelto 20 ejercicios de matemáticas. ¿Sería correcto decir que Luisa se ha esforzado más?

La verdad es que no. Luisa ha leído más páginas que la cantidad de ejercicios de mates resueltos por Dani, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra.

  • Error 6: Asumir que la experiencia que hayamos tenido con algo, se repetirá en otra cosa, aunque ésta no tenga nada que ver.

Un ejemplo para explicarlo:

En el jardín de Paqui las rosas crecen mucho y son preciosas. La madre de Julia decide comprar las mismas semillas para tener flores igual de bonitas en su jardín. ¿Es garantizado que obtendrá lo que quiere?

La verdad es que no. Puede que las rosas crezcan tan bonitas donde Paqui por el riego que le dan, el tipo de suelo, el abono que echan, lo mucho que las podan…. ¡Hay más cosas en juego!

  • Error 7: Pensar que algo es verdadero sólo por el hecho de que no podemos probar que no lo sea.

Un ejemplo sencillo:

Tenemos dudas sobre si hay vida o no en otros planetas. Como no podemos probar que no la haya, entonces, aseguramos de que sí la hay.

A simple vista esta afirmación parece razonable, pero no está basada en un argumento sólido. No podemos probar que no haya vida, cierto. Pero tampoco podemos probar que sí la hay. Lo único cierto es que no lo sabemos.


Sin duda alguna, conocer y entender los errores de pensamiento ayuda a los niños a desarrollar su pensamiento crítico, una habilidad que nos parece del todo indispensable.

En el mundo actual donde las tecnologías, las redes sociales y los medios juegan un rol tan importante, es fácil que se pueda manipular nuestro pensamiento hacia comportamientos deseados por otros. El arma que tenemos en nuestra defensa es el pensamiento crítico.

Tal y como afirma el filósofo Lipman, “el pensamiento crítico nos ayuda a protegernos contra el hecho de creer, de manera forzosa, lo que nos dicen los demás, sin que tengamos la oportunidad de investigar por nosotros mismos”

Los errores de pensamiento, entre otras cosas, lo tratamos en nuestro curso online para niños: Pensamiento Crítico. Si quieres saber de qué va el curso, no te pierdas este cortito vídeo.

comunicacion padres e hijos. UpSoftSkills

¿Cómo te comunicas con tus hijos?

En el día a día tanto los adultos como los niños, enfrentamos múltiples desafíos y situaciones que nos generan duda o ante las que no sabemos bien cómo proceder. Un niño o niña que se comunica de forma fluida con sus padres, sin duda tendrá más herramientas para afrontar estas situaciones.

En el post de hoy desarrollaremos 5 aspectos claves para una buena comunicación con nuestros hijos:

  • Practicar la escucha activa
  • Validar la emoción del niño o niña
  • Adaptar el lenguaje a su comprensión
  • Ser honesto con lo que se dice y se siente
  • Ser uno mismo

Está claro que los desafíos de la vida nos ayudan a todos a ir creciendo, aprendiendo y descubriendo cosas nuevas.

Cuando pensamos en “los desafíos de la vida”, solemos pensar en los grandes momentos, como podrían ser el primer día del colegio, una mudanza, la primera comunión, la pérdida de un ser querido, etc… Normalmente los padres estamos muy pendientes de estar cerca de nuestros hijos ante estos grandes acontecimientos, pero ¿qué pasa en el día a día?

A muchos se nos olvida que el día a día está plagado de pequeños desafíos y conflictos con los que nuestros hijos deben aprender a navegar cotidianamente

En esos momentos ellos también necesitan tenernos cerca como guía. Necesitan que nos comuniquemos con ellos para de esa forma, ayudarles a afrontar las dificultades y que aprendan a lidiar con ellas. No se trata de decirles lo que tienen que hacer, sino de guiarles para que ellos, con su estilo propio y teniendo muy en cuenta lo que van sintiendo, vayan tomando sus propias decisiones.

¿Cómo podemos comunicarnos de forma positiva con nuestros hijos y ayudarles en su propio proceso?

Teniendo en cuenta estas 5 claves:

  • Practicar la escucha activa.

Permítele a tu hijo o hija contarte lo que le pasa sin interrupciones, sin juzgarlo y entendiendo su punto de vista, aunque no sea similar al tuyo. Haz preguntas que te permitan entender lo que le ocurre y lo que siente, porque irá aprendiendo a valorar su opinión y a entender que lo que le pasa importa y que es algo positivo el poder compartirlo.

  • Validar la emoción del niño o niña.

Respeta las opiniones de tus hijos. Tener diferencias de opinión no es algo negativo si se entiende desde el respeto mutuo, porque aprenderá a confiar en sus propias emociones, a validarlas y también a respetar lo que sienten los demás aunque sean diferentes.

Junto con esto, está el validar la importancia que el niño o niña da al problema, no podemos juzgar el hecho que le preocupa como una “tontería”.

  • Adapta el lenguaje a su comprensión.

Comunícate con tus hijos usando el lenguaje que ellos sean capaces de entender mejor, o el tipo de lenguaje que en ese momento puedan necesitar más. Ten en cuenta que a veces no hace falta hablar, un abrazo cálido puede comunicar mucho más que un consejo.

  • Ser honesto con lo que se dice y se siente.

No es necesario tener siempre un consejo para absolutamente todo lo que les pase a tus hijos. Muchas veces no lo tenemos y eso está bien. Los padres no tenemos todas las respuestas. Lo que más importa es ser honesto en lo que comunicas y poder expresarle que tú también te hubieses asustado o enfadado si hubieses estado en esa situación, por ejemplo, o que entiendes lo frustrado o frustrada que se pueda sentir. La empatía desde la honestidad es siempre un excelente recurso.

  • Sé tú mismo

No hace falta que pongas una voz autoritaria, o que cambies tu entonación cuando hables con tus hijos más pequeños; exprésate con ellos tal y como tú eres genuinamente, con tu propio estilo y tu forma de comunicar, porque hará que vuestra comunicación sea más real y cercana.


Poder comunicarnos más genuinamente en lo cotidiano con nuestros hijos es importante pues permitirá que se sientan escuchados, cuidados y amados. Aprenderán que sus experiencias son importantes y se sentirán seguros de poder compartir lo que sienten y de poder pedir ayuda cuando la necesiten.

A los padres nos ayudará a sentirnos más cerca de nuestros hijos, a conocer qué cosas necesitan en diferentes momentos y a poder ayudarlos cuando ellos nos pidan ayuda.

Desde UpSoftSkills, especialistas en el desarrollo de habilidades no académicas en los niños, te invitamos a poner atención a cómo te comunicas con tus hijos. ¡No te arrepentirás!

3 Técnicas de relajación ideales para niños

A los niños les pasa exactamente igual que a nosotros los adultos. A veces les cuesta controlar sus enfados o mantener su estabilidad emocional. Es que hay situaciones que pueden ponerles muy, muy nerviosos. ¿Qué podemos hacer cuando esto ocurre? ¿Cómo los podemos ayudar?

En el post de hoy te explicaremos 3 sencillas y útiles técnicas que ayudan a nuestros niños a relajarse y tomar el control. Hablaremos de:

  • La técnica del globo
  • La técnica de la tortuga
  • La técnica del limón
  • Beneficios de las técnicas de relajación en los niños.

El verano y las vacaciones han quedado atrás y ya estamos inmersos en el comienzo de este nuevo año escolar que conlleva por supuesto muchos desafíos y muchas aventuras por realizar.

Es también el tiempo para volver a las rutinas y para comenzar a organizar y planificar de mejor manera todas nuestras actividades. Seguimos viviendo tiempos inciertos, con la pandemia aún presente, lo que supone un aprendizaje en sí mismo tanto para los adultos como para nuestros hijos.

Los niños van descubriendo de forma constante nuevas experiencias, nuevas formas de potenciar y poner en práctica sus propios recursos, y también aprenden cómo gestionar las emociones que estas nuevas experiencias les traen.

A veces puede pasar que les resulta complicado controlar o gestionar sus emociones sobre todo si están nerviosos, cansados o enfadados.

A todos nos encantaría que los niños afrontaran la frustración o el enfado de forma positiva, o que canalizaran adecuadamente sus emociones, pero muchas veces no ocurre así. Probablemente ante esos casos te hayas preguntado ¿puedo ayudar a mi hijo? ¿cómo puedo hacerlo?

La respuesta es sí, y lo primero que debemos hacer es validar sus emociones, tanto las agradables como las desagradables. Transmitirles que no deben sentirse mal y tener vergüenza por ellas.

Las emociones son reacciones naturales del cuerpo, no controlamos que aparezcan, aunque sí podemos controlar lo que hacemos con ellas.

Lo segundo que podemos hacer, es echar mano de algunas de las múltiples técnicas de relajación, especialmente indicadas para niños.

A continuación te presentamos 3 técnicas que nos encantan:

Técnica del Globo.

Pedimos al niño o niña que imagine que es un globo que quiere volar. Lentamente le invitamos a tomar aire y llenar sus pulmones poniendo los brazos en círculo frente a sí, simulando que es un globo que comienza lenta y suavemente a volar. Al llegar al cielo, invítale a que comience a “deshincharse”, sacando lentamente el aire que tiene dentro, y bajando lentamente los brazos hasta quedarse tranquilo.

En el siguiente vídeo puedes ver a un niño con esta técnica en acción.

Técnica de la Tortuga.

Pedimos al niño o niña que imagine que es una tortuga. Se pondrá en el suelo en cuadrupedia. Pídele que imagine que está dando un paseo con calma y tranquilidad. ¡De pronto se pone a llover! ¡Oh, no! Lentamente pide al niño o niña que se esconda bajo su propio cuerpo que es “su caparazón”. Los brazos, piernas y cabeza deben guardarse dentro del caparazón lo más posible. Invítale a quedarse así hasta que la “lluvia” deje de caer. En un momento dile que ha salido el sol otra vez, e invítale a salir de su caparazón. Debe hacerlo lentamente y con una sonrisa mientras mira hacia el sol y camina un poco para que su cuerpo se vaya relajando.

Puedes ver a una niña practicando esta técnica en el siguiente vídeo.

Técnica del Limón

Pedimos al niño o niña que imagine que quiere hacer una limonada y que está frente a un gran limonero. Pídele que estire los brazos hacia el árbol y que coja un limón en cada mano. Pídele que exprima los limones con fuerza tres veces para sacar todo el jugo que tienen dentro. Luego debe tirar los “restos de limón” al suelo y relajar sus manos. Puede repetir el ejercicio las veces que quiera, hasta sentir que se ha liberado de la tensión y que tiene zumo suficiente para ¡un gran vaso de limonada!

Puedes ver a un niño practicando esta técnica en el siguiente vídeo.


Es importante que tengamos en cuenta que no todos los niños reaccionan de igual manera a una técnica determinada; por eso lo mejor es probar varias y descubrir cuál es la que mejor les funciona.

¿Cuáles son los beneficios de usar técnicas de relajación?

  • Mejorar la circulación sanguínea
  • Reducir la ansiedad
  • Disminuir la tensión muscular
  • Controlar las emociones, sobre todo las que tienen relación con la rabia y la frustración.
  • Mejorar la concentración

Como otros beneficios colaterales está el potenciar el autoconcepto y la autoestima, porque los niños y niñas gradualmente aprenderán a experimentar y validar sus propias emociones en diferentes circunstancias.

En UpSoftSkills nos parece importante que así como cuidamos el cuerpo de nuestros niños a través de proporcionarles una dieta sana y rutinas de ejercicio, cuidemos también su desarrollo emocional.

Hay mucho trabajo por hacer al respecto. Por eso, a quien quiera profundizar en este tipo de aprendizaje, le recomendamos nuestro curso online Empatía y control de las Emociones para niños. ¡Uno de nuestros cursos favoritos!

¿Cómo fomentar la tolerancia a la frustración en nuestros niños?

¿Cuántas veces hemos visto que, cuando hay algo que no les sale, los niños se enfadan e incluso llegan a dejar de intentarlo? o ¿cuántas veces hemos visto que los niños se enfadan cuando no se hace lo que ellos o ellas quieren?

Seguramente, a muchos de vosotros os suenan situaciones como éstas… Son ejemplos de una baja tolerancia a la frustración.

En el post de hoy hablaremos de:

  • ¿Qué es la frustración?
  • Circunstancias alrededor de la frustración.
  • ¿Cómo ayudo a mi hijo?

¿Qué es la frustración?

Se puede definir la frustración como el obstáculo que interviene entre el niño y la meta a conseguir, sea del tipo que sea.

Es decir, la frustración aparece cuando una expectativa o un deseo no se cumple.

Es un hecho que todos vamos a enfrentar distintas dificultades y vivir algunos fracasos a lo largo de nuestras vidas. Es un hecho también que parte de nuestro éxito personal tiene que ver con cómo hacemos frente a esas dificultades, y de si somos capaces de salir adelante y aprender de ellas.

Cuando estas dificultades no se afrontan con éxito, hablamos de una baja tolerancia a la frustración. Algo que se da con mucha frecuencia en los niños y que, lamentablemente, acompaña a algunos de ellos en su vida adulta.

Es justamente en la infancia cuando se desarrollan los cimientos necesarios. Por eso es muy importante que, durante su proceso educativo y madurativo, los niños se hagan conscientes de que existen y existirán dificultades y que no se deben dejar abatir por ellas.

Pero tengamos en cuenta que la frustración en sí misma no debe verse como algo negativo. Por el contrario. Cierto nivel de frustración es necesario para la formación del carácter en un contexto de desarrollo emocional sano, que será beneficioso para el futuro.

La percepción del niño frente a la frustración es la que determinará cómo se sienta cuando exista un bloqueo en la obtención de lo que quiere, no así la frustración en sí misma. Así, si un niño tiene una percepción positiva de la frustración (lo que llamamos una alta tolerancia a la frustración), será capaz de utilizar sus propios recursos emocionales para aceptar la situación de forma positiva.


Circunstancias alrededor de la frustración.

Debemos estar atentos al compartimiento de nuestros hijos frente a las situaciones que generan frustración, pero teniendo en cuenta las circunstancias alrededor de la misma.

Esto es importante porque puede que haya causas que provoquen una baja tolerancia en un momento determinado, y que no reflejen su comportamiento general.

¿Qué preguntas nos debemos hacer?

  • ¿Está cansado o cansada? Cuando estamos cansados, ya seamos niños o adultos, los obstáculos que se nos presentan son más difíciles de asumir o sortear.
  • ¿Cuánto tiempo lleva intentando hacer eso que no le resulta? Debemos analizar nuestra insistencia en que las cosas se hagan de determinada manera, a lo mejor es momento de dejarles innovar o intentar como ellos lo vean, pero sin ser tan insistentes que provoquemos el hartazgo de nuestros hijos (¡muchos ya lo sabréis!).
  • ¿Cómo es tu hijo o hija? Como también nos pasa a algunos adultos, puede que los niños no tengan objetivos razonables. Hay niños más perfeccionistas que otros. Por otro lado, algunos de ellos no saben pedir ayuda o les da miedo o vergüenza hacerlo.
  • ¿Cuál es el nivel de exigencia por nuestra parte? Debemos estar muy atentos y exigir acorde a las capacidades de cada niño o niña.
  • ¿Le damos oportunidades para el éxito? Si proponemos de forma continua tareas que exijan un nivel alto, es más fácil que llegue a frustrarse. Lo recomendable será alternar actividades con cierta exigencia y actividades fáciles que aseguren el éxito.

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo con baja tolerancia a la frustración?

Os dejamos algunas recomendaciones para trabajar en casa:

  • Proponle a tu hijo o hija metas pequeñas y realistas. Recuerda, es importante darle oportunidades de éxito.
  • Ayuda a tu hijo o hija a aceptar lo que no puede cambiarse o no depende de uno mismo. Es normal que se enfade, pero poco a poco, con tiempo y práctica, ese enfado desaparecerá.
  • Averigua si tu hijo o hija sabe identificar el sentimiento de frustración cuando aparece. Ayúdale a poner nombre a lo que siente, ayúdale a expresarse.
  • Si está bloqueado con algo, recuérdale que puede pedir ayuda. Enséñale cuándo y cómo puede pedirla. Por supuesto, atiéndelo si te pide ayuda.
  • Refuérzale cuando su tolerancia a la frustración mejore e ignora cuando aparezcan comportamientos relacionados con la baja tolerancia a la frustración. Si él o ella entra en bloqueo, será contraproducente enfadarnos.
  • Déjale esforzarse, no hagas las cosas por él o ella, inculca la cultura del esfuerzo. En la misma línea, fomenta y premia su autonomía.
  • Realiza críticas constructivas y no destructivas. Por supuesto, acepta tú también las críticas. Recuerda, eres su modelo.
  • Evita comparaciones con otros niños o con sus hermanos o hermanas. Cada uno tenemos una identidad y recibimos las cosas de nuestro alrededor de una manera distinta.
  • Predica con el ejemplo. Si en casa se dan situaciones en las que el adulto presenta baja tolerancia a la frustración, la tendencia será la imitación de este patrón de comportamiento.

Finalmente, recuerda: el objetivo no es que el niño o niña deje de sentir la frustración, el objetivo es que sepa manejarse en ese sentimiento.

En UpSoftSkills estamos convencidos que la gestión de la frustración es una habilidad esencial que toda persona debiera desarrollar. Por eso hemos incluido este tema en nuestro curso Habilidades Esenciales para el éxito, pensado en niños de 8 a 13 años.

¿Cómo saber si tu hijo debe mejorar sus habilidades sociales?

En primer lugar debemos saber qué son las habilidades sociales. Con esto claro, debemos conocer las dificultades derivadas de la carencia de estas habilidades y las señales que pueden indicar que nuestro hijo o hija necesita reforzarlas.

Solo así podremos ayudar a nuestros hijos a trabajar las habilidades sociales y mejorar en sus relaciones interpersonales.

En el post de hoy vamos a hablar de:

  • Qué son las habilidades sociales.
  • Señales que pueden indicar que tu hijo necesita reforzarlas.
  • Consecuencias de no trabajar las habilidades sociales en la infancia.
  • Qué podemos hacer los padres y madres para ayudar a nuestros hijos.

¿Qué son las habilidades sociales?

Las habilidades sociales son el conjunto de capacidades y destrezas interpersonales que nos permiten relacionarnos de forma adecuada con nuestro entorno, siendo capaces de expresar nuestros sentimientos, opiniones, deseos o necesidades en diferentes contextos o situaciones, además de saber interpretar las emociones de otros.

Este conjunto de habilidades las aprendemos de forma natural desde la infancia, por lo que la falta de habilidades sociales se puede interpretar como un mal aprendizaje o carencia en la infancia, que impide que nos relacionemos con normalidad con los demás y con el entorno que nos rodea.

Caso aparte es cuando la falta de habilidades sociales viene dada por la existencia de un trastorno subyacente (Trastorno del Espectro Autista, Síndrome de Asperger, etc.), que requiere formas especiales de trabajo.

La falta o carencia de habilidades sociales no es un trastorno en sí mismo, por lo que detectar que existe dicha carencia, no es tarea fácil. Lo mejor es estar atentos a ciertos signos o señales que pueden indicar la falta de habilidades sociales en un niño o niña.

Señales que pueden indicar falta de habilidades sociales.

Las señales que pueden hacernos ver que un niño o niña necesita mejorar sus habilidades sociales son:

  • Dificultades para decir no o expresar las cosas que no le gustan o le molestan.
  • Dificultades para iniciar, mantener o cerrar conversaciones.
  • Dificultades para enfrentarse a las críticas.
  • Dificultades para relacionarse con otros.
  • Dificultades para hacer valer sus derechos personales.
  • Dificultades para hacer peticiones.
  • Dificultades para hablar en público.
  • Dificultades para manejar de forma adecuada situaciones conflictivas.
  • Dificultades para manejar la frustración.

Estas dificultades se pueden mostrar a través de: timidez excesiva, baja autoestima, miedo a determinadas situaciones sociales, falta de empatía, inseguridad, dificultad para trabajar en equipo, problemas de autocontrol, querer siempre que las cosas se hagan como él o ella dice, no tener uno o dos amigos cercanos, provocar y molestar a otros niños, etc.

Otro aspecto que es interesante valorar, es si el niño o niña cuenta ya con las habilidades sociales que en términos generales, debiera tener según su etapa de desarrollo:

  • De 2 a 3 años. Son capaces de iniciar el contacto social, tanto verbal como físicamente, así como mirar a la persona que habla. Son capaces de llamar la atención de los demás.
  • De 3 a 4 años. Empiezan los turnos en los juegos, así como el juego simbólico.
  • De 4 a 5 años. Comienza el juego cooperativo, empiezan a hablar de otros y continúan desarrollando el juego simbólico. Comienzan a expresar lo que no les gusta de forma más clara.
  • De 5 a 6 años. Comienzan a entender cómo se sienten los demás y a comprender los juegos que implican competición, así como a seguir normas sencillas en el juego. Expresan lo que no les gusta.
  • De 6 a 7 años. Entra en juego la empatía. Comparten, esperan su turno y escuchan distintos puntos de vista.

Consecuencias de no trabajar habilidades sociales en la infancia.

No trabajar las habilidades sociales en los niños puede desembocar en una serie de consecuencias que le impedirán llevar una vida normal en sociedad, incluso cuando llegue a vida adulta.

Algunas de estas dificultades pueden ser:

  • Problemas escolares en primera instancia y problemas laborales en un futuro.
  • Dificultad para comprender a los demás y ser empáticos.
  • Dificultad para expresar sentimientos y opiniones. Esto puede desembocar en falta de comunicación con las personas del entorno, frustración e incluso depresión.
  • Dificultades para relacionarse. Lo que genera problemas a la hora de establecer vínculos con los demás.
  • Trastornos psicológicos derivados de la falta de habilidades sociales.

¿Qué podemos hacer como padres?

Si crees que tu hijo tiene carencia de habilidades sociales, ¡ayúdale a mejorar!

Aquí os ponemos algunos ejemplos de habilidades como la empatía, el inicio de interacciones o el respeto de turnos.

Todas estas habilidades se pueden trabajar a través del juego:

  • La empatía se puede trabajar, por ejemplo, a través de la lectura de cuentos, preguntándole cómo cree que se siente cada uno de los personajes. Esta actividad se puede hacer también con situaciones reales del día a día, viendo una película, etc.
  • Puedes practicar distintas formas de iniciar interacciones, aprendiendo a iniciar una conversación, llamar la atención de alguien, unirse a una conversación o a un juego iniciado. Se puede practicar en cualquier momento del día.
  • El respeto de turnos lo puedes fomentar ¡jugando, jugando y jugando!

Por último, te invitamos a conocer los cursos que desde UpSoftSkills, hemos desarrollado para fomentar las distintas habilidades blandas en los niños.

¿Tu hijo no quiere volver al cole?

Todos los años pasamos por lo mismo, ese periodo en el que tanto niños como adultos, vemos el fin de las vacaciones cada vez más cerca. Además, durante este verano muchos hemos disfrutado de unas vacaciones más cerca de la normalidad, aún estando inmersos en una pandemia que está afectado tanto a mayores como a pequeños.

¿Qué es lo que nos sucede cuando volvemos a la rutina tras las vacaciones? ¿podemos hacer algo para que las sensaciones que nos invaden sean más llevaderas?

En el post de hoy vamos a hablar de:

  • El síndrome postvacacional en los niños
  • Cómo les afecta la vuelta a la rutina.
  • Consejos para ayudar a los niños a superarlo.
  • Consejos para evitarlo.

En primer lugar, empecemos por explicar en qué consiste el síndrome postvacacional.

El síndrome postvacacional es una respuesta emocional ante la vuelta a la rutina. En el caso de los niños, se trata de una respuesta ante la llegada de nuevo al cole, a los deberes, las extraescolares, las rutinas escolares y familiares, y los horarios, de los que es muy complicado deshacerse. Los cambios de planes e imprevistos se sufren más cuando se está con horarios rígidos, porque cuando esta rutina se ve alterada, surge ansiedad y el ambiente familiar se ve afectado.

El síndrome postvacacional se da mucho más en adultos que en niños, ya que los pequeños de la casa tienen una mayor capacidad de adaptación ante la vuelta a la rutina. Sin embargo, muchos de ellos lo sufren igualmente.

La presencia o no del síndrome postvacacional en los niños dependerá de varios factores:

  • Personalidad.
  • Estructura familiar.
  • Estilo educativo en el ámbito familiar.
  • Ambiente y situación escolar.
  • Problemas de salud.

Es responsabilidad tanto de los padres como de los agentes educativos, hacer que esta adaptación sea lo más llevadera posible, así como estar atentos ante posibles signos que indiquen malestar o dificultades en la adaptación del niño.

Sabiendo esto, vamos a conocer cómo afecta el síndrome postvacacional a nuestros hijos.

Os presentamos algunos comportamientos en el niño o niña que son claros signos que nos ayudarán a detectarlo:

  • Se pasa muchas horas sentado o sentada, no tiene ganas de hacer nada, está con pereza permanentemente.
  • Le cuesta interactuar, se muestra apático o apática.
  • Se muestra más irritable.
  • Tiene falta o exceso de apetito (aunque se suele dar con mayor frecuencia la falta de apetito).
  • Le cuesta conciliar el sueño y se despierta en mitad de la noche.
  • Presenta síntomas físicos como dolor de cabeza, dolor de tripa, etc. (síntomas somáticos).

En caso de haber detectado que nuestro hijo o hija está pasando por el síndrome postvacacional, os presentamos algunos consejos para ayudarle a superarlo:

  • Lo más importante es la comunicación, saber qué le preocupa. Indagar sobre las causas que lo han provocado.
  • Mostrar comprensión ante la situación, no juzgar sus sentimientos ni sus emociones.
  • En la medida de lo posible, seguir acompañándoles, llevarles al colegio, a alguna extraescolar, sacar tiempo para hablar con ellos de forma diaria, etc.
  • Brindar ayuda cuando sea necesaria.
  • Conocer los diferentes ámbitos en los que desenvuelve el niño, el ambiente familiar, el ambiente escolar, el ambiente en las diferentes actividades en las que esté implicado, etc.

¿Se puede prevenir el síndrome postvacacional? La respuesta es sí. Aquí os dejamos algunos consejos para hacer la vuelta más fácil y llevadera para los más pequeños:

  • La planificación es imprescindible para los niños. El saber qué va a venir después les aporta conocimiento y seguridad. Es necesario que sean conocedores de sus rutinas y de los cambios que se van a ir sucediendo.
  • Que los niños participen en la preparación del material escolar, la ropa del colegio o el uniforme, la mochila o el estuche. Incluso si hay que hacer alguna adaptación en casa, como la compra de un escritorio o mesa de estudio, es recomendable que ellos participen. Preparar las cosas que tienen que ver con lo puramente escolar, les ayuda a hacerse a la idea de lo que se avecina y les da la oportunidad de ir adecuándose a la nueva situación.
  • Procurar que vuelvan poco a poco a las rutinas, rescatando horarios y actividades que tengan que ver con el colegio, por ejemplo, empezando a irse a dormir más temprano cada día o refrescando conceptos.
  • Mostrar nuestra emoción por el nuevo curso. Esto ayudará a que ellos también se sientan ilusionados con la vuelta.

Finalmente recuerda, las palabras clave son: comunicación, participación, colaboración y planificación.

Normas de casa en vacaciones

Hemos llegado al tiempo tan esperado del año por todos: ¡las vacaciones! Tiempo de descanso, de ocio, de relax y muchas padres se preguntan: ¿Hasta qué punto debo flexibilizar las normas de la casa? ¿Es conveniente romper con la disciplina que establecemos durante el año? En el post de hoy responderemos a éstas y otras dudas.

Siguen siendo tiempos inciertos desgraciadamente en los que estamos inmersos, por lo que las actividades que realizamos pueden no ser siempre las mismas a las que estábamos acostumbrados. Sin embargo, cada familia va buscando alternativas para que este tiempo de pausa y de descanso sea lo más feliz posible, haciéndolo con prudencia, con más cuidado e intentando en la medida de lo posible ser optimistas al respecto, cuidando a los nuestros.

En el post anterior hablamos de la necesidad de descansar en estas vacaciones. El año escolar que han experimentado nuestros hijos ha sido muy diferente a todos los demás, con muchos cambios a los que han debido de adaptarse rápidamente, con rutinas muy estrictas que han significado para ellos un gran desafío en lo que respecta a su capacidad de flexibilidad, de tolerancia a la frustración y de concentración.

¡Y lo han hecho de forma fantástica! Tanto así que muchas veces nos ha dado la sensación de que era más sencillo de lo que realmente fue. Por esta y por otras razones, ellos y nosotros nos merecemos un descanso en el que es importante incluir actividades de refuerzo o enriquecimiento y también actividades que sean gratificantes.

Y al llegar el verano nos surge por supuesto la duda: En los tiempos de vacaciones ¿debemos poner rutinas, límites y normas a los niños?

La respuesta es sí, pero de manera diferente al resto del año. Podemos pensar en dos posiciones extremas al respecto: una es continuar con los mismos horarios de siempre, es decir, acostarse a la misma hora, comer estrictamente en los mismos horarios, realizar actividades más bien de refuerzo escolar y restringir los espacios de ocio.

La otra postura es hacer exactamente lo contrario, es decir, romper todos los horarios y que sean los mismos niños quienes decidan qué actividades hacer cada día durante el día, incluso acostarse muy tarde, sin establecer prácticamente ninguna norma.

Ambos panoramas se ven muy extremos porque lo son, son los dos polos en la línea de las posibilidades. La idea es buscar entre estos dos extremos, la alternativa que más nos acomode como familia, pero tomando en consideración lo siguiente:

  • Es importante establecer normas. ¿Por qué? porque les da seguridad. Para los niños es fundamental que sepan qué cosas tienen que hacer (normas y rutinas de casa que no cambian como por ejemplo poner la mesa, lavarse los dientes, ducharse cada día, etc.) , qué cosas pueden hacer (las alternativas que como familia establecen como piscina, jugar a la consola, ver una peli, etc.), y qué cosas no pueden hacer (límites que como familia establecen, como por ejemplo, no jugar a la consola más de 2 horas, no acostarse pasada la medianoche, etc.)

  • Las normas de vacaciones han de ser más flexibles: con esto ayudamos a potenciar sin darnos cuenta su capacidad de adaptación y a que ellos sean más flexibles, a aceptar los cambios sin tanta rigidez.

  • Incluir a vuestros hijos en la construcción de estas normas: Tomar en consideración la opinión de ellos fortalece vuestra comunicación y potencia un diálogo positivo y enriquecido, pues ellos también aprenderán a valorar su propia opinión y por tanto expresarla sin tanto temor.

A la hora de establecer vuestras propias normas de verano, recordad que al romper o flexibilizar las normas, éstas aumentan su valor, porque al no ser una rutina tan estricta, pasadas unas semanas los niños se dan cuenta de la necesidad de estas normas.

Este es el tiempo de romper algunas normas, comamos más helados, cenemos tarde, veamos cine a la fresca, vayamos a ferias de verano, ¡disfrutemos!

Y una vez que volvamos a casa, démonos un par de semanas para volver gradualmente a las rutinas del año para que de esta manera la transición entre un momento y otro sea más amable, más tranquila y menos estresante.

¡Feliz verano!

¿Qué deben hacer los niños en verano?

Llegado el momento de las vacaciones, la mayoría de los padres tiene dudas sobre qué hacer con sus hijos durante este tiempo. Es cierto que todos queremos que los niños disfruten y se diviertan, pero siempre se generan dudas respecto a temas escolares, “¿mi hijo debe reforzar conceptos?, ¿debe mantener un hábito de estudio?, ¿si no lo hace, influirá en cómo se inicie el curso que viene?” y así, un largo etcétera.

En el post de hoy hablaremos de:

1 ¿Cómo han pasado el curso?

2 ¿Qué debo tener en cuenta a la hora de elegir actividades para mis hijos?

3 ¿Cuál es “la clave” para un buen inicio de curso?

Si bien estas preguntas nos las planteamos año a año, cobran más fuerza este año COVID que muchos sienten que en el colegio no se pudo trabajar todo lo profundo que otros años, además que en la mayoría de casos los niños estarán más tiempo en casa.

Sabemos y debemos tener en cuenta que el curso ha sido radicalmente distinto e infinitamente más difícil que los cursos pre-covid.

Los niños han pasado frío, calor, confinamientos, mascarillas, distancias, han visto sufrir a familiares, muchas veces sin comprender muy bien lo que estaba ocurriendo y, como muchos dicen, “casi sin esfuerzo”, han cumplido con todo lo que se les ha propuesto/impuesto.

Pero ¿realmente pensamos que no han hecho un esfuerzo todos y cada uno de ellos?

Estamos cansados de escuchar que los niños nos han dado una lección a todos, ¿pero no deberíamos habérsela dado nosotros a ellos como adultos que somos?

La realidad es la que es, ellos, sin queja alguna y con una sonrisa en la mirada, han cumplido con todo y, además, bien.

No han podido hacer durante el curso las actividades a las que estaban acostumbrados y su rutina ha sido muy distinta a la de otros años y aun así han seguido sonriendo.

Este curso ha sido difícil para padres, maestros, niños y para toda la comunidad educativa, eso lo sabemos. Han acabado realmente agotados y con muchas ganas de poder disfrutar y descansar que, por otro lado, ya les toca.

Entonces llegan las, para muchos “temidas vacaciones”, intentando hacer encaje de bolillos para que todo cuadre y que las rutinas familiares continúen siendo el baile armónico que intentamos que sean durante el curso. Y que la tranquilidad, en lo que a organización se refiere, siga siendo parte del día a día.

Los niños están acostumbrados a las rutinas y, para la mayoría de ellos, las rutinas son muy necesarias, y aquí es donde viene la pregunta “¿Qué hago con mi hijo estas vacaciones?, ¿le llevo a un campamento?, ¿le pongo deberes, aunque no se los hayan puesto en el colegio?” y un largo etcétera.

El planteamiento es el siguiente: lo primero que se ha de valorar es qué le gusta hacer a mi hijo, si se debe reforzar algo de cara al curso que viene, si las actividades que le voy a proponer le resultan interesantes o, por el contrario, supone una constante “lucha” que las realice según lo hemos organizado y, lo más importante, cuánto tiempo debe invertir en “hacer deberes”.

Todos los niños (como todos los adultos), quieren el verano o cualquier periodo vacacional para descansar y disfrutar, pero además ellos quieren jugar y tener las menores obligaciones posibles, sobre todo si tienen que ver con estar sentado, teniendo en cuenta que lo más seguro es que haya una piscina, playa o río cerca.

Por eso, la primera y principal recomendación es dejar las ataduras del resto del año y disfrutar, pero no solo que disfruten ellos sino también disfrutar nosotros de ellos.

En consulta siempre decimos “hay tiempo para todo”. Igual que a ti no te gustaría que tu jefe te pusiera “deberes” mientras estás de vacaciones, a ellos tampoco.

Otra de las recomendaciones o apuntes que realizamos es que, mientras toda la familia esté de vacaciones, olvidémonos de las actividades escolares esos días.

Pues bien, teniendo en cuenta esto y que, además, los niños tienen unas vacaciones bastante extensas, se trata de establecer rutinas diarias y conocer los momentos en los que mi hijo/a está más dispuesto a realizar actividades escolares.

Con actividades escolares no nos referimos a cuadernillos como tal, sino a actividades que sirvan para que mi hijo enriquezca los conocimientos adquiridos, estas actividades variarán según la edad que tenga el niño, los más pequeños pueden reforzar conceptos a través del juego, los niños de 3º o 4º de primaria pueden hacerlo, además, a través de películas, libros, legos, puzzles, etc.

Se trata, principalmente, de hacer que la actividad que le proponemos resulte atractiva.

Debemos incluir actividades de refuerzo o enriquecimiento y actividades gratificantes, y si podemos hacer que las dos confluyan, tendremos el éxito garantizado.

Pero, algunos de vosotros diréis, bueno, es que mi hijo ha suspendido, ¿qué hago? ¿no le pongo actividades para que estudie?

La respuesta es sí, obviamente si hay un suspenso de por medio, se debe reforzar, pero no es necesario todos los días ni 3 horas al día, se trata de que exista una rutina y que ese suspenso no suponga un “castigo” para él y para todos los miembros de la familia, ya que el propio suspenso, ya es un gran “castigo”.

Seguramente habéis escuchado e incluso pensado muchas veces esto, “si mi hijo no hace actividades escolares durante el verano y continúa con la rutina, va a ser muy difícil el inicio del curso”. Pues bien, podríamos decir que se trata de una verdad a medias, os expongo lo siguiente:

  • Que tu hijo realice actividades del curso anterior no implica que el curso siguiente le vaya a ir bien.
  • Que tu hijo tenga una rutina de estudio o de trabajo, le ayudará siempre, tanto en el inicio como en mitad o final del curso, y ya no solo en el colegio.
  • Es muy importante el trabajo que se realiza con los niños los días previos al inicio de curso. Con trabajo no queremos decir tareas escolares, sino organización, rutinas de sueño, de alimentación, etc. Los niños necesitan también un periodo de adaptación.
  • A quien le aporta mayor seguridad que el niño haga actividades escolares, es a ti como padre o madre, pero, realmente, no es garantía de nada.

Por lo tanto, respondiendo a la tercera pregunta planteada al inicio, podemos decir que NO HAY UNA ÚNICA CLAVE para un buen inicio de curso, pero es bueno dar un descanso a las cuestiones académicas.

Desde UpSoftSkills creemos que el verano nos da una oportunidad estupenda para reforzar las habilidades blandas de nuestros niños. Para ello contamos con cursos divertidos, cortos y fáciles de hacer, que con solo 15 min al día, les permite entrenar su Pensamiento Crítico, Empatía, Gestión de Emociones, Organización y Gestión del Tiempo, así como practicar su Resolución de Problemas.

¿Quieres conocer un poco más? Infórmate sobre nuestros cursos online aquí.

¿Cómo valoras las notas de tus hijos?

En estos días de cierre del curso escolar, queremos invitaros a reflexionar. Es cierto que la mayoría de los padres nos seguimos fijando en la “nota final” como lo que determina el conocimiento o buen hacer de nuestros hijos a lo largo de un trimestre o curso escolar.

Otros, todavía pocos, en lugar de valorar esa “nota final” como algo determinante, valoran la evolución que han tenido sus hijos a lo largo del curso o el esfuerzo que han puesto en sacar determinada nota, además de muchos otros factores personales que interfieren, para bien o para mal, en el desempeño.

En el post de hoy hablaremos de:

1 ¿Exigimos mucho a nuestros hijos?

2 ¿Es justo exigir “dieces” a nuestros hijos?

3 ¿Sólo es importante lo que medimos?

Si bien sabemos que cada uno de nosotros tiene unas habilidades, tendemos a resumir todas las actitudes, las aptitudes, las capacidades y el esfuerzo en la nota final de nuestros hijos que, en muchas ocasiones, temen la llegada de esas notas.

¿Exigimos mucho a nuestros hijos?

Debemos pensar en esto, imagina que todos los días te exigieran las ocho horas de trabajo y, además, una media de dos horas de “trabajo extra”. Además, debes ir a clases de inglés por las tardes y realizar algún deporte… y, con todo y con eso, debes estudiar para sacar la máxima nota posible, porque es tu “única” obligación.

Pensaréis “es por su bien, esto le beneficiará en un futuro” y, por supuesto, es por su bien. Por norma general, como padres jamás buscamos o planteamos de forma consciente algo que resulte perjudicial para nuestros hijos.

Pero, ¿es justo exigir “dieces” a nuestros hijos?

O lo que es más de lo mismo, mantener permanentemente un “yo sé que puedes hacerlo mejor“.

Podréis pensar: “sí, pero es que él o ella es capaz de hacerlo y va siempre a lo mínimo”.

Probablemente lleváis toda razón en lo de que puede ser capaz de hacerlo, pero ¿es necesario? Puede darse una buena ejecución, un buen planteamiento y un buen resultado, sin que la nota final sea excelente, bajo la lupa de los padres, claro.

¿Sólo es importante lo que medimos?

Cierto es que todos nos sentimos mejor cuando nuestros hijos sacan buenas notas, pero ¿cómo se sienten ellos? En muchos casos, el sacrificio y el esfuerzo a lo largo de los nueve meses de colegio pesa más que las notas. Es más, muchos de ellos sienten que las notas son “para los padres” y que esas notas no determinan realmente el conocimiento que tienen respecto a una materia o tema concreto, ya que un examen es una imagen fija, no es un global de mi hijo, sus conocimientos o sus capacidades.

Una buena nota en matemáticas no determina lo que son, igual que tampoco lo determina una nota en lengua, inglés o educación física.

Lo que determina quienes son, son ellos mismos, cómo se relacionan, cómo se sienten consigo mismos y cómo se sienten respecto a los demás, si son capaces de ser críticos, de no dejarse llevar y de actuar de forma correcta, si son empáticos… en definitiva, si son buenas personas, si son felices.

Es muy importante que, cada uno de nosotros, valore si las notas forman parte de nuestra propia exigencia y nuestras expectativas respecto al desempeño de nuestros hijos o, realmente, esa nota determina lo que han hecho nuestros hijos durante el curso.

El éxito no viene medido por una nota, comprende muchísimas otras cosas que forman parte de lo “extra académico”.

¿Cuánta gente conocéis que, pese a sacar “malas notas”, han conseguido labrarse un futuro y ser personas exitosas?

¿O cuánta gente conocéis que, sin estudios, ha conseguido repuntar entre todos los demás?

El sistema educativo actual fomenta que los padres funcionemos “en remoto” respecto al desempeño de nuestros hijos en el colegio, pero debes saber que esto está cambiando, y cambia justamente desde el propio sistema educativo, creyendo firmemente en la importancia de fomentar talentos, hacer buenas personas, fomentar el esfuerzo, crear mentes inquietas y fomentar la seguridad y la capacidad de los niños.

Potenciemos sus capacidades, valoremos el esfuerzo, el trabajo y la dedicación. Creamos en ellos y en sus talentos, y sobre todo, no sobre exijamos ni reduzcamos toda su trayectoria durante un curso escolar a una nota final.

Sólo de esta manera podremos crear adultos empáticos, que se valoren a sí mismos y a los demás, que crean en la cultura del esfuerzo, que conozcan cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los menos fuertes. Lo crean o no, ellos son el futuro.

A veces, la vida exige mucha más comprensión, que conocimiento.

A continuación, os dejo una carta de un profesor, que se hizo viral hace un tiempo donde, justamente, habla de esto. Os invito a realizar una reflexión que nos ayude a todos, a formar a los mejores adultos del futuro.

“Estimados PADRES:
El semestre de sus hijos está próximo a terminar y las notas finales están pronto a ser reveladas, sé que están ansiosos por saber su desempeño, pero recuerden que entre todos nuestros estudiantes hay algunos artistas que no necesitarán comprender mucha Matemática, empresarios que no se preocuparán mucho de la Historia o la Filosofía, músicos cuyas calificaciones en Química tal vez no serán las mejores, deportistas cuyas aptitudes físicas serán muy importantes para su disciplina. Si su hijo no consigue las mejores notas no le quite la confianza en sí mismo, ni su dignidad. Dígale que está bien, que solo son notas, que así están hechos para cosas grandes en la vida, no les quiten los sueños y talentos; hagan esto y vean a sus hijos conquistar el mundo.
Obtener buenas o malas calificaciones no define nuestra Inteligencia, no tiene que quitarnos la confianza en nosotros mismos y mucho menos la dignidad.”

uso redes sociales

Consejos para un buen uso de las Redes Sociales

Actualmente el 76% de los adolescentes utiliza al menos una red social, y más del 70% utilizan varias redes. Es un hecho que nuestros hijos, tarde o temprano, harán uso de las redes sociales igual que hacemos la mayoría de los adultos.

A muchos padres nos asusta un poco este fenómeno de las redes sociales. Es algo reciente, no lo hemos vivido en nuestra adolescencia, y nadie nos ha explicado nunca sus efectos.

Una cosa está clara, al ser un aspecto más de la educación de nuestros niños, los padres tenemos toda la intención de “hacerlo bien”, de lograr que aprovechen las ventajas que puedan tener las redes, sin caer en comportamientos perjudiciales para ellos.

En el artículo de hoy responderemos 5 preguntas claves que seguramente os hayáis planteado en algún momento:

1. ¿A partir de qué edad pueden utilizar las redes sociales?

2. ¿Puedo ayudar a mi hijo a iniciarse en las RRSS?

3. ¿Debo supervisar lo que hace mi hijo en una red social?

4. ¿Cuánto tiempo de uso es el recomendable?

5. ¿Afecta el uso que hacen los padres de las RRSS?

¿A partir de qué edad pueden utilizar las redes sociales?

Antes de responder a esta pregunta debemos tener en cuenta que las redes sociales repercuten en el lenguaje, en las relaciones y en el concepto de sí mismos que tienen los niños y adolescentes.

Si bien por Ley de Protección de datos los menores de 14 años pueden acceder siempre que tengan el consentimiento de sus padres, creemos que muy pocos niños menores de 14 años están realmente preparados para tener un perfil en redes. Es más, no vemos la necesidad de que un niño o niña menor de 10 años tenga perfil en ninguna red social.

Esta edad no debe interpretarse como un criterio fijo, sino más bien orientativo. Dependerá mucho de la madurez del niño, de cuán importante para él o ella sea tener un perfil en redes, del acompañamiento que podamos hacerle en cuanto a sus redes, y de si cuadra con los criterios educativos de nuestra familia.

Es muy importante que en el momento en que el niño o niña se abra a las redes sociales, se encuentre sano emocionalmente, que no esté pasando por un momento especialmente difícil, que la relación que tengamos con él o ella sea positiva y sincera, con espacio para la comunicación y, sobre todo, la afectividad. De esta manera, habrá mayor probabilidad de que nuestros hijos acudan a nosotros cuando algo ande mal.

¿Puedo ayudar a mi hijo a iniciarse en las RRSS?

No solo podemos, sino que debemos ayudar a nuestros hijos a iniciarse en el mundo de las redes sociales. Es fundamental para enseñarles a hacer un uso correcto de ellas.

Tengan la edad que tengan, debemos darles a conocer los riesgos que conlleva la exposición de sus datos, de sus fotos, de su ubicación, explicarles que las amistades de las redes sean sus amistades en la vida real. Deben saber que en todas las redes se fomenta la compra de productos de diferentes marcas, así como la competencia entre los niños y no tan niños, y que las vidas que se muestran en las redes suelen distar bastante de la vida real de quienes las publican.

No está demás considerar herramientas de privacidad con las que limitar la cantidad de información que los hijos comparten, sobre todo si se están iniciando.

¿Debo supervisar lo que hace mi hijo en una red social?

En nuestra opinión se debe supervisar, pero no controlar.

Controlar es revisar continuamente el teléfono a espaldas de los hijos y leer conversaciones privadas y personales que no suponen ningún riesgo. Este tipo de compartimiento invade la privacidad de nuestros hijos, a la cual tienen derecho solo por el hecho de ser personas.

Supervisar es acordar previamente con nuestros hijos que cada tanto o cuando sospechemos que puedan estar en riesgo, miraremos su móvil con él o ella delante. Debemos evitar juzgar lo que veamos y que no represente ningún riesgo, para fomentar ese espacio de confianza.

Por supuesto podemos poner la supervisión como un requisito para que tengan acceso a crearse un perfil de redes. Podemos explicarlo a nuestros hijos indicando que al igual que necesitamos saber con quién salen a la calle, debemos saber con quién “salen” en internet.

¿Cuánto tiempo de uso es el recomendable?

Un estudio de la Universidad de Pensilvania concluyó que se debería limitar el uso de las redes sociales a aproximadamente 30 minutos al día. ¿Por qué? Pues porque pasado ese tiempo comienza a ser perjudicial a nivel emocional, aumentando la sensación de soledad, ansiedad y depresión, a la vez que empeora la autoestima. Resulta paradójico, pero reducir el uso de las redes sociales nos hace sentir menos solos.

Probablemente pocos adolescentes e incluso adultos cumplan este límite de los 30 minutos. Creemos que se puede ser flexible en cuanto a esto. Podemos establecer nuestro propio tiempo límite teniendo en cuenta como línea roja el que el uso de redes no llegue a condicionar o limitar la vida personal y académica.

Los niños debieran poder usar las redes sociales sólo si el resto de sus tareas diarias no se ven afectadas y estén satisfechas. Además, debieran poder hacer uso de las redes si mantienen una vida social sana fuera del mundo digital, y si usarlas no les genera cambios relevantes de humor o actitud.

¿Influye el uso que hacen los padres de las RRSS?

La respuesta es clara y seguramente unánime. El uso que hacemos los adultos de las redes sociales y lo enganchados que estemos a las pantallas, influirá en el uso que hagan o vayan a hacer los niños, aunque cierto es que no lo determina.

Los padres servimos como modelos a seguir para nuestros hijos no sólo a través de la interacción directa, sino con nuestra actitud y comportamiento con los demás y con el mundo.

Si queremos ser un buen ejemplo, debemos dejar las pantallas a un lado cuando lleguemos a casa, debemos practicar otro tipo de ocio, mantener las comidas y cenas familiares como espacio libre de móviles y sobre todo, no atender el móvil cuando ellos nos hablan o demandan nuestra atención.

Finalmente, el estar expuestos a las redes hace tremendamente importante que nuestros hijos cuenten con criterios objetivos para analizar la información que reciben.

Desde UpSoftSkills buscamos ayudar a los padres en la educación de sus hijos. Lo hacemos a través de cursos online que ayuden a los niños a potenciar distintas habilidades no académicas. En cuanto al uso de las Redes Sociales, vemos especialmente pertinente nuestro curso online: Pensamiento Crítico, diseñado para niños.