Vivimos en un entorno digitalizado y todos, niños incluidos, estamos cada vez más expuestos a pantallas. Como padres somos testigos de lo mucho que atrapan las pantallas a los niños y nos preguntamos: ¿cuándo el consumo de pantallas empieza a ser perjudicial?, ¿hata qué punto es limitante el uso de pantallas?, ¿qué debemos o podemos hacer para que esto no ocurra?
En el post de hoy te damos algunas pautas para un sano uso de las pantallas en casa. Responderemos cuestiones como:
- ¿Cuál es el consumo recomendado de uso de pantallas según edad?
- ¿Cuál es el efecto del mal uso de las pantallas?
- Pautas recomendadas para seguir en casa
Las pantallas nos facilitan la vida, es cierto. Es increíble lo que podemos conseguir en un par de clics, desde tener la compra en casa, acceder a noticias de todo el mundo, comunicarnos con nuestros seres queridos que están lejos, jugar y divertirnos, aprender de distintas cosas, y ¡hasta encontrar pareja!
Pero, como todo, las pantallas no tienen solo cosas buenas. Un mal uso de las pantallas entraña riesgo para la salud tanto física como mental de las personas y en especial, de los niños. Por ello debemos tomar las medidas necesarias para prevenirlos.
¿Cuál es el consumo recomendado de uso de pantallas según edad?
La Asociación Americana de Pediatría lo tiene claro y aconseja como tiempos máximos según edad, los siguientes:
- Niños de 0-2 años: no deben hacer uso de pantallas.
- Niños de 2-6 años: entre 30 minutos y 1 hora al día.
- Niños de 7-12 años: 1 hora con la supervisión de un adulto.
- Preadolescentes y adolescentes de 12-15 años: 1 hora y media.
- Adolescentes: + 16 años: 2 horas.
Es cierto que hay momentos en que podemos permitirnos excepciones y es también cierto que cada familia, a partir de esta recomendación, puede establecer su propias normas, pero siempre siendo conscientes que mientras más nos alejamos de esta pauta marcada por los expertos en pediatría, más perjudicial podrá ser el efecto en nuestros niños.
¿Cuáles son los efectos del mal uso de las pantallas?
Está demostrado que el mal uso de las pantallas, ya sea por exceso de tiempo de uso, como por la forma en que las usemos, está asociada a los siguientes problemas:
- Sobrepeso y obesidad. Porque el tiempo que usamos para pantallas lo quitamos a actividades que implican movimiento.
- Salud ocular. Mirar fijamente la pantalla de un dispositivo por mucho tiempo tiene claros perjuicios para nuestra vista.
- Déficits de atención. Porque nos acostumbramos a que haya estímulos permanentemente que van llamando nuestra atención. Cuando no los hay, nos empieza a resultar imposible mantener la atención.
- Nerviosismo y necesidad de movimiento. No es natural, sobre todo en los niños, estar tanto tiempo quieto. Las ganas de moverse se acumulan y suele resultar en que los niños estén más nerviosos de lo normal.
- Habilidades sociales y psicolingüísticas. Cuando jugamos en la ‘vida real’ suelen aparecer situaciones que nos ponen a prueba y que nos hacen desarrollar otras habilidades gracias a la interacción con otros. Aprendemos palabras desconocidas que otros mencionan, aprendemos a resolver conflictos con los demás. Por ejemplo, si monto un lego y mi hermano me lo rompe, ese conflicto es una oportunidad de desarrollo social para el niño, que no ocurre nunca en el mundo virtual.
- Comportamientos antisociales. Hay niños que se acostumbran a interactuar de forma virtual y luego les cuesta muchísimo relacionarse con otras personas en el mundo real. No saben cómo acercarse, no saben cómo conseguir lo que quieren de otros, no saben cómo reaccionar ante situaciones de conflicto.
- Conciliación y mantenimiento del sueño. La estimulación cerebral que genera el uso de pantallas nos deja en modo alerta por un buen rato y nos impide descansar. La luz azul influye en la conciliación y mantenimiento del sueño. Esto es especialmente importante si el uso de pantallas ocurre cerca de la hora de dormir.
- Desempeño escolar. Porque el uso de pantallas suele ocupar un tiempo valioso para hacer deberes y estudiar
Pautas recomendadas y líneas rojas
Con el diagnóstico claro, veamos ahora algunos consejos para hacer un buen uso de pantallas en casa:
- Establecer un horario fijo para el uso de las pantallas. Igual que los niños tienen un horario para ducharse o cenar, deben tener un horario para pantallas y ceñirse a él. El horario debe incluir el tiempo permitido.
En la página web de la Academia Americana de Pediatría, se puede crear un plan de consumo mediático para la familia. Muy recomendable.
- Los momentos de uso de pantallas no deben coincidir con las horas de comer o cenar para que no interfieran en la comunicación familiar.
- Se debe evitar su uso una hora antes de dormir debido a la influencia de la luz azul, que altera el sueño.
- El contenido que consuman los niños debe ser acorde con su edad.
- Las pantallas deben estar en zonas comunes, no en las habitaciones. Es conveniente que sean propiedad familiar o de los padres, pero no particular de los niños.
- Las pantallas no deben ser un calmante ni tampoco un antídoto contra rabietas, aburrimiento o para que los niños estén tranquilos. El niño poco a poco debe aprender a salir de esos estados sin la necesidad de un elemento externo. Esto es clave para evitar dependencias en el futuro.
Quizás esto te parezca algo utópico o demasiado difícil de cumplir. Puede que lo sea, pero es que recién ahora comienzan a conocerse los efectos adversos del mal uso de pantallas. Si probablemente arrastramos algunos malos hábitos, poco a poco debemos ir adecuando nuestro consumo de pantallas a partir de este “escenario ideal”. Cada paso que demos en esa dirección, por pequeños que sean, redundará en la salud y bienestar de nuestros hijos. ¡Ánimo!
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